El CEEI de Alcoi ha presentado recientemente los resultados de una encuesta entre jóvenes y me parece revelador que la mayoría declare sentirse más motivado por ser asalariado, empleado por cuenta ajena, que lanzarse a la aventura de convertirse en emprendedor.
Apenas uno de cada cinco proclama una vocación de empresario o autónomo, y no me extraña. En estas tierras del interior, abrir un comercio resulta heroico, cuando el deporte con más seguidores consiste en fugarse el fin de semana al paraíso de los centros comerciales de Alicante, las tiendas de marca de la avenida Maissonnave o adónde sea, que el caso es irse fuera.
Y montar una industria, con lo generosos que están ahora los bancos, únicamente pendientes de cuadrar sus balances contaminados por prestar dinero al ladrillo a lo loco y sin cumplir sus propias reglas de la usura... pues como que tampoco.
Sin embargo, con la flamante reforma laboral, trabajar a cara de otro no es ningún chollo: “Jefe, ¿vengo a currar mañana o hay causas objetivas para despedirme gratis?, ¿cuánto le debo por haberme contratado hoy?, gracias, gracias”.
Yo habría apuntado con más precisión en esta interesante encuesta del CEEI, interrogando a la muchachada acerca del futuro como funcionarios, directa o indirectamente. Seguro que ese futuro convence a la mayoría.
Y no pienso únicamente en aspirar a administrativo en un ayuntamiento o profesor de Primaria (ahora en plan policía, con más niños por clase por los recortes ‘peperos’). Basta con hacer una pequeña muestra representativa a nuestro alrededor para darse cuenta de que -salvo excepciones- la mayoría de nuestros amigos y conocidos que viven razonablemente bien nutren su facturación del dinero de todos.
O bien son proveedores de la Administración (tardan en cobrar, pero siempre cobran), o dependen de una contrata, o han conseguido sus clientes privados a través de la Universidad, de un hospital... o lo más fácil, tienen amigos en el PP o el PSOE, las dos mayores agencias de colocación desde que vivimos en este sucedáneo de democracia bipartidista por la sagrada ley de Hondt. Compruébenlo ustedes mismos: busquen, escudriñen y verán que tirando del hilo, la conexión entre su prójimo a salvo de la crisis con el dinero público está por ahí.