Listas abiertas, ¡ya!
Después del esperpento de esas suspensiones de militancia de políticos poco dignos del PP, CiU y el PSOE, va siendo hora de quitar las telarañas al debate sobre las listas abiertas.
Nuestros dos partidos mayoritarios se sacuden el polvo de la corrupción quitando el carné a sus elementos bajo sospecha. Pero, eso sí, cuando ya los han esposado o casi. ¿No sabían nada de sus andanzas hasta entonces? ¿A qué viene esa pose de amante despechado, ese girar la cabeza para otro lado al descubrir, ¡oh, horror!, que les habían engañado?
Cuando alguien trapichea con el dinero de todos durante años, a escala del Palau catalán, amasando una fortuna, o de la calderilla de un polideportivo municipal como el de Ibi, ahora no valen las lágrimas del hijo de Jordi Pujol por el supuesto honor de los venerables compañeros convergentes. Tampoco, que los populares ibenses se sumen ahora a la causa judicial contra Ana Sarabia, como acusación particular, para que “cada cual quede en su sitio”.
Ese sitio, para empezar, se lo dio el PP, no le tocó en una rifa. Igual que a Felicidad Peñalver. Por eso, listas abierta, ¡ya! Y adiós a la Ley d’Hondt. Si en un ayuntamiento hay en juego 25 asientos de concejal, que los ocupen los 25 más votados entre las diferentes opciones políticas en liza. Seguro que así siempre se cuelan -con la aritmética en la mano- varios regidores de partidos minoritarios. El alcalde será siempre el que más papeletas consigue, y tendrá que gobernar con apoyos de fuera de su partido, salvo victorias muy aplastantes.
En lugar de estas verbenas pseudodemocráticas de traiciones internas y denuncias a toro pasado, que la depuración de las formaciones políticas las ejecute el electorado en las urnas. Seguro que más de uno que ha vivido a nuestra costa un par de décadas en la Foia de Castalla se habría tenido que buscar la vida y doblar el lomo, sin el escudo de las siglas.
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