El Hotel Caseta Nova fue el escenario, los días 23 y 24 de abril, de una de las cinco fases clasificatorias de la Copa de Europa de Billar a Tres Bandas por Clubes. Cinco aspirantes y un solo ganador en cada sede, que en Castalla fue el equipo anfitrión.
A Castalla llegaba el equipo local junto a un equipo belga, un holandés y un cuarteto danés que más bien parecía una selección, ya que, Gröndal, que así se denominaban los escandinavos, contaba con los cuatro mejores billaristas de Dinamarca.
A priori, el duelo danés-español debía convertirse en la clave del torneo, de la clasificación y del desarrollo posterior de la competición. Y allí estaban todos.
Los asistentes divisaron a Tayfun; Tasdemir daba muestras de su clase, incluso en los minutos de entrenamiento. Se pudo saborear la primera serie de Cocklu (doce de una tacada) después de dos nerviosos ceros en su debut con Caseta Nova. Los espectadores pudieron sentir esa aureola que ilumina a Dion Nelin; se palpaba en el ambiente la majestuosidad, la concentración del billar de Rubén Legazpi y Javier Palazón; los expertos se alegraron por el reencuentro con Tony Carlsen, a quien no veían desde Sevilla 2004; el tiempo retrocedía hasta el 2000 en Madrid, cuando Jacob H. Sorensen era uno de sus protagonistas.
Era el partido clave, Caseta Nova-Gröndal, y se palpaba en el ambiente. Tayfun y Cocklu adelantan a Caseta Nova, pero Zola y Sorensen ponen las tablas en el luminoso.
Dion Nelin saca esa chispa que siempre tuvo y en un periquete iguala a Tasdemir; pero Cocklu, que ya sabe lo que es ganar un título europeo, derrota a Carlsen, quien, por cierto, no estaba jugando mal.
Las cosas se complican, pero nadie dijo que ganar fuera sencillo. Así que Palazón termina el segundo set con serie de nueve cuando pintan bastos en su partido.
Cuando Tasdemir consigue el tercer set y la victoria, todo parece cambiar de repente: Rubén iguala a uno; Palazón vuelve a solventar otra dificultad con una serie de ocho y, en una explosión de júbilo, el cuarteto entero se alza con la victoria.
Era el partido, el cruce decisivo, y los aficionados que llenaban las instalaciones premiaron a los muchachos de José Javier Gimeno con una cerrada ovación.
No estaban clasificados todavía, pero todos sabían que era cuestión de tiempo.
El siguiente paso, la final europea en Estrasburgo.