'Votarates' independentistas
Lo de votarates no es una falta de ortografía sino que se refieren a que hay que ser tonto para montar una votación como la tuvo lugar en Cataluña el pasado fin de semana en estos tiempos de dificultades económicas. ¿Es qué los catalanes no sufren los problemas del paro o de la crisis? ¿es qué no tienen que soportar a una casta política tan mediocre y tan corrupta como el resto de los españoles? Al parecer, no.
Un referéndum en el que votan menores de 16 años, en unos pueblos demográficamente cercanos al independentismo como son los de la Cataluña profunda, con una media de asistencia (menores incluídos) inferior al 30% del censo electoral, con banderas independentistas cercanas a las urnas y con gente que mira de que montón de papeletas coge la tuya para vituperarte si tu papeleta elegida no es la de los "demócratas de la identidad". Esta parodia de democracia, por las formas y la tasa de participación, quiere marcar el camino a una sociedad compleja y adulta como es la catalana a la que nadie discute su identidad cultural. Ni en España ni en Europa.
Imaginemos que empiecen a proliferar plataformas por la "Dignidad de España" que se planteen referéndums para la expulsión de los catalanes de España hartos de que los niñatos nacionalistas falten al respeto a símbolos comunes y constitucionales como son la bandera o la monarquía española. Imaginemos que se quemen efigies con la imagen de Companys o de Carod-Rivera, se quemen cuatribarradas o se silbe "Els segadors"; el que lo hiciera sería tachado de fascista o de maleducado y entraríamos en una espiral acción-reacción con los defensores de la catalanidad llorando y haciéndose las víctimas por las esquinas del Camp Nou. Esta espiral guerracivilista no se lo merecen ni los catalanes sensatos, los del "seny", ni los españoles, como yo, que aman y respetan a Cataluña. Pero tanto tocar los cojones...
P.D: Vuelve el tema de Santa Lucía a florecer. Lo único que se puede hacer contra éstos es montar una plataforma cívica, con los políticos fuera –por favor–, que organice manifestaciones de protesta e informe a la ciudadanía de las posibilidades jurídicas que se pueden hacer contra esta barbaridad urbanística. Cuando Mayte y Miguel Ángel vean una manifestación multitudinaria contra esta aberración, verán peligrar el pan de sus hijos y buscarán soluciones imaginativas para compensar a la empresa afectada e impedir la degradación de un espacio emblemático para los ibenses como es la ermita de Santa Lucía que en este caso no tiene que ser la patrona de los políticos ciegos.
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