Los inquilinos temporales del Congreso de los Diputados deben de estar estos días algo inquietos ante la posibilidad de que una convocatoria de nuevas elecciones acabe con la bicoca que tienen montada a nuestra costa desde hace más de tres meses.
O alguien llega a un acuerdo con alguien (como diría Gila) o, tras otras elecciones, a lo mejor da la cosa un nuevo vuelco y algunos de los que ahora están viviendo de la sopa boba dejan de disfrutar de esta situación privilegiada, con lo malo que sería eso (para ellos, claro).
En cualquier caso, la nueva cita con las urnas sería, ya si eso, para finales de junio. Cuando uno tiene la vida solucionada se acaban las prisas, aunque deje a un país varios meses sin gobierno y se haga patente que en España podríamos vivir perfectamente sin la mayoría de diputados y con ningún senador.
¿Qué hacen los 350 diputados mientras dura esta situación? Mucho nos tememos que poca cosa, aparte de cobrar religiosamente sus abultadas nóminas. Mientras el tiempo pasa, unos y otros siguen mareando la perdiz y tomándonos el pelo a todos, dejándose recados a través de los medios de comunicación, como si no fueran capaces de darse un telefonazo o quedar directamente en el Congreso, donde se supone que trabajan y se ven por los pasillos. Tal vez eso sea demasiado suponer.
Bien diferente hubiera sido la situación si, en lugar de haber comenzado por arreglarse cada uno su ‘paguita’, nadie hubiera visto ni un céntimo hasta que se formara gobierno. En ese hipotético caso, hubiéramos tenido presidente en España desde el 21 de diciembre, un día después de las elecciones. O, como mucho, el 22, para hacerlo coincidir con el premio gordo. Si no trabajas, no cobras; así de claro.
Cada día que pasa, este choteo se vuelve más indignante y deleznable, propio de una casta de la que ya todos forman parte, sin distinción; porque todos están encantados con el mismo juego chanchullero y los nuevos han aprendido las reglas bien pronto. Después de más de cien días desde las elecciones, quien quiera seguir engañado es libre de hacerlo; pero no será porque los que se supone que nos tienen que gobernar no hayan dejado claras sus prioridades.
Total, para acabar alcanzando un acuerdo a la catalana, in extremis, para no perder comba, aunque luego duren tres telediarios. Hagan lo que hagan y cómo lo hagan, ya se han retratado.