A cierta derecha se le están cayendo ropajes retrógrados de moralidad mal entendida, del puñetazo en la mesa y a las 10 en casa. Eso es sano. Un concejal del PP propone montar un recinto para que la juventud pueda reunirse, charlar... en fin, beber, para que lo vamos a adornar, si al final la mayoría se va a poner a gusto.

Pero no tiene porqué y si de todas formas el ‘botellón’ está enraizado ya en la sociedad y se va a montar de forma espontánea en varios sitios y sin control, lo más sensato es regularlo un poco, con agentes patrullando cerca por si acaso.

Cuentan los expertos que la experiencia en otras ciudades españolas apunta a que la cosa se pone peligrosa, por la concentración de gentes, aunque yo sería optimista con Ibi, porque por volumen de población no creo que se armen multitudinarios saraos. Eso sí, tendrá ambiente y hasta puede que atraiga a aficionados del resto de la Foia.

En Alicante también andan con esa idea en marcha, y por iniciativa también de la alcaldesa popular Sonia Castedo. Liberales en costumbres, esperemos que algún día se den cuenta los nuevos conservadores de que no se puede ser liberal en economía, que luego las burbujas especulativas nos traen estas crisis.

Pero volviendo al ‘botellódromo’, a ver si hay suerte y cuaja. Eso sí, reserven un poco de sed para consumir también en los bares, que toda la marcha no puede latir en las madrugadas de los fines de semana en un recinto alejado de los vecinos para no molestar. Sería una marcha triste, silenciosa y, a la larga, muerta.