De izquierdas y de derechas
No puede decirse que hayan despertado pasiones estas elecciones al Parlamento Europeo. Ni tampoco que hayan dejado un rescoldo capaz de despertar ardoroso debate entre las gentes del pueblo llano, posiblemente, para cuando este artículo llegue a sus manos, ni se acordarán ustedes de que se ha celebrado tal evento democrático. <<
Para quienes están vinculados a cualquiera de los dos partidos políticos que alternativamente nos vienen gobernando, PSOE y PP, empero, tiene su importancia y, tanto los unos como los otros, lo manifiestan de diferente forma, pues, mientras que los primeros pasan de puntillas sobre el resultado de las dos consultas electorales celebradas en lo que va de año: Autonómicas Gallegas y al Parlamento Europeo, asegurando que a pesar de estos dos varapalos aún cuentan con muchos millones de votantes, los seguidores de Rajoy se muestran como si ya tuviesen al demonio atado del rabo; en tanto que el ciudadano no incondicional a cualquiera de dichas formaciones políticas, mira el panorama con escepticismo, desengañado, como está, de que gobierne quien gobierne, los reveses de la economía siempre recaen sobre las costillas de los mismos.
Nuestra democracia se nos ha enviciado de tal forma, que el afán por gobernar (que debería suponer para cualquier político honesto tener la oportunidad de trabajar por el bien común) ha degenerado en una desmesurada ambición de lucimiento y lucro personal. ¿Que no se debe generalizar? De acuerdo. Hay políticos que obran inspirados por estos principios de honestidad; lo lamentable es que sean minoría.
Una muestra clara del desánimo que anida en la conciencia de la ciudadanía, en lo referente a elegir a quienes nos han de representar, es la escasa participación en estas elecciones europeas. Esperemos que la cosa no vaya a más, quiero decir: que esa apatía a la hora de acudir a las urnas no siga aumentando, pues de ser así, llegaríamos al lamentable extremo de que sólo acudirían a tales actos –que suponen la esencia misma de la libertad– los propios políticos y sus más inmediatos allegados.
Nuestros políticos deberían afilar sus armas dialécticas y tratar de ilusionarnos a los ciudadanos con propuestas sólidas y concretas, que lograran hacernos concebir la esperanza de salir del atolladero en el que estamos metidos, en vez de largarnos mensajes manidos, de tanto usarlos, hueros de contenido y más propios de mercachifles de feria. Da la impresión de que viven de espaldas a la realidad. A la triste realidad para muchas familias.
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