Nos referimos, obviamente, a las abanderadas de las catorce comparsas ibenses, que este año dieron todas la vuelta al castillo. Por tanto, el año que viene desfilarán cada una con su comparsa, portando orgullosas las respectivas banderas. No ocurrirá como en las entradas de este año, que hubo comparsas donde la bandera bajaba ´cabizbaja´, huérfana de portadora, con lo fácil que hubiera sido elegir a una festera para llevarla, cumpliendo así con el cometido de la abanderada, que no es otro que el de llevar la bandera.
Ya dijimos la semana pasada que no es preciso alardear ni derrochar para salir en fiestas, y el día que esto se entienda mayoritariamente todos seremos más felices y las Fiestas de Ibi no serán vistas con recelo y consideradas elitistas.
Como cada año, en una población de más de 20.000 habitantes han hecho fiesta realmente unos 1.500. El resto se ha dedicado a mirar y a pasear, o a emigrar a otros lugares para disfrutar de unas minivacaciones. La solución para abaratar las fiestas de cara a los comparsistas ´de a pie´ (los que no son capitanes ni abanderadas) pasaría, según la encuesta realizada por Escaparate Digital, por eliminar las comidas y cenas en los zocos, un gasto obligatorio que en otras localidades no se da y les permite tener un mayor censo festero con menor desembolso, y hasta parece que haya más alegría en las calles.
Está claro que existen bolsillos que se pueden permitir grandes desembolsos, cuyos dueños, además, esperan estas fiestas como agua de mayo para poder echar el resto. Pero, en general, la cosa no está para muchas alegrías, de modo que estaría bien dejar de hablar siempre de lo mismo e intentar tomar alguna determinación.
Y, volviendo al tema de las abanderadas, sería deseable que el año que viene, que salen todas, no les dieran las uvas a las últimas. Por ellas y por el público.