Papá Noel y... otras hierbas
Con Papá Noel no hay que esperar a que pasen los días navideños para recibir los regalos. Por eso nuestro gobierno (el de España, quiero decir), no ha querido quedarse a la zaga en lo que a modernidad se refiere, y nos ha mandado a un Papá Noel hecho a la medida de sus deseos y armado de tijera, para que corte y recorte de donde él y sus flamantes ministros saben que no sobra ni un pingajo de tela: el sistema de pensiones. Han descubierto –fíjense qué lumbreras–, que alargando la fecha de jubilación y el tiempo mínimo de cotización exigido para acceder a la pensión completa, se puede ahorrar un buen puñado de millones. El señor Montoro, que dicho sea de paso nunca fue santo de mi devoción, ha hecho unas acertadísimas declaraciones al respecto, asegurando que el gobierno de ZP se encuentra al borde del precipicio y no se le ocurre mejor cosa que agarrarse a los más vulnerables: leña al mono, ¡toma gobierno de izquierdas!
Yo añadiría que los ha cogido por los bofes y terminará asfixiándolos, si se tiene en cuenta que la inmensa mayoría de los afectados por este desatino, son gentes cuyo único capital a lo largo de su vida ha consistido en el trabajo. Aún sabiendo que los principios de equidad y la política no siempre caminan cogidos de la mano por los mismos senderos, los políticos de los dos partidos mayoritarios, PSOE y PP, deberían aprovechar estas fiestas navideñas, en las que casi todos pretendemos ser buenos y hasta un poco magos, ya que no reyes, para mirarse al espejo de su alma –el que la tenga–, y preguntarse si es justo ensañarse con estas gentes que, además de pobres trabajadores tienen la desgracia de ver sus fuerzas menguadas por los muchos años de esfuerzo. Deberían reconocer que los más culpables de la situación en que nos encontramos no son, precisamente, los futuros pensionistas sino ellos mismos, los mandamases que, alternativamente, han tenido en sus manos las riendas del país; en una democracia que ha hecho posible que España mejore más que en toda su historia, pero que ahora, se nos pudre entre gobernantes ineptos, corrupciones bochornosas y desvergonzada fuga de capitales a paraísos fiscales.
Esperemos que para Reyes, nuestros sabios gobernantes no nos dejen algún otro regalo y, si así fuera, pues siempre nos quedarán los peces que beben y beben, la zambomba y la Belén Esteban.
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