El pasado viernes día 24 de junio, se inauguraba en las salas del Archivo Municipal la exposición “Antonio Anguiz en el recuerdo”. Era el primer acto de lo que vino en llamar en el preámbulo de la charla-coloquio la alcaldesa Mayte Parra: El año del Centenario de don Antonio Anguiz. La mesa redonda de la charla estaba compuesta por la mencionada Mayte Parra, de don Carlos Cremades —médico, amigo y colaborador del homenajeado—, don Vicente Ferrara, médico y amigo; el hijo mayor de don Antonio, que habló en nombre de toda la familia, y quien firma estas líneas. Coordinaba y actuaba de mantenedora del coloquio María José Martínez, archivera titular del Archivo Municipal de Ibi.
Después de vista la exposición y la diversidad de materiales mostrados, así como el conocimiento de la personalidad de don Antonio, que es así como siempre lo solía yo titular, creo, sinceramente, que la curiosidad, más que la afición, era el rasgo más personal suyo. En sus Pensamientos sobre África menor, escritos en 1918, Ortega y Gasset es terriblemente crítico con los curiosos, llegando a decir que: ...La curiosidad es la vitalidad mínima en su forma frívola. Años después, en 1933, Ortega rectifica su primera aseveración sobre la curiosidad y escribe en un artículo titulado Sobre el estudiar y el estudiante: […] De aquí que en nuestro lenguaje vulgar un hombre curioso es un hombre cuidadoso, es decir, un hombre que hace con atención y extremos rigor y pulcritud lo que tiene que hacer, que no se despreocupa de lo que le ocupa, sino, al revés, se preocupa de su ocupación.[…].
El intelecto vigoroso, característico de la curiosidad según Samuel Johnson está servido. Y con esto, creo que el esbozo del retrato intelectual de don Antonio está realizado, sólo faltará para acabarlo penetrar en su obra.
Y esto es lo que hicieron los componentes del acto, simplemente tirar del hilo del recuerdo y de toda la obra que produjo su pasión por Ibi. Una obra que con el tiempo será convenientemente valorada. Vivencias, anécdotas profesionales y familiares, preocupación por todo lo que portase marchamo ibense, trabajo incansable durante toda su larga trayectoria de vida… Poco a poco, a través de las intervenciones de los ponentes del acto y de algunos de los componentes del público asistente, fue fijándose nítidamente la figura de alguien que, desde la humildad, la sencillez y la bonhomía, logró el respeto de propios y foráneos. Vaya desde aquí, desde Alcoy, mi testimonio de admiración por su figura.