El jueves, 2 de junio, cuando ya estaba más o menos encarrilado el periódico Escaparate de esta semana, un inesperado apagón nos dejó empantanados durante cerca de una hora, retrasando el cierre a más allá de la medianoche. La desagradable sorpresa no sólo afectó a esta redacción, sino a toda la parte baja de Ibi, de modo que se vieron afectados varios miles de vecinos y comerciantes a la hora en que más falta hacía la energía eléctrica, puesto que ni siquiera había luz en la calle y el astro rey hacía rato que se había echado a dormir.
Una vez asumido que la cosa podía ir para largo, se imponía llamar a la compañía eléctrica para ver qué había pasado y cuáles eran las previsiones de resolución. La rabia iba volviéndose indignación al no dar, al otro lado del teléfono, con una voz que no estuviera grabada, sin poder saber, por tanto, ni qué pasaba, ni por qué, ni para cuándo se iba a solucionar la incidencia.
Al final pudimos enterarnos de que había habido una avería (¡qué hachas!) y que iban a subir unos técnicos de Alicante a arreglarla. Las previsiones más agoreras finalmente no se cumplieron y la luz se hizo pasadas las diez de la noche. En el caso de este periódico, los redactores y diseñadores estuvimos mano sobre mano, sin ni siquiera saber si se iba a poder cerrar la edición dentro del límite. El tiempo perdido se traduce en dinero perdido y cansancio acumulado.
En el caso de otro tipo de negocios, principalmente los hosteleros (porque los demás ya estaban casi todos cerrados), hablamos de unas previsiones trastocadas por un corte de suministro en hora punta. De nuevo, dinero perdido. Por no hablar de las incontables molestias en domicilios particulares.
Y, mientras, los robots de la compañía eléctrica que atienden las llamadas telefónicas seguían a su bola, ajenos a todo, preguntando obviedades y mareando al personal sin dar ningún tipo de solución. Inaudito y enervante. Máxime cuando, la próxima vez que llegue el recibo de la luz, la compañía seguirá queriendo cobrar hasta el último céntimo de euro, por conceptos ininteligibles que suenan a tomadura de pelo y atraco a mano armada. Pero nada dirá de que tal día como este jueves hubo un apagón que nos tocó las narices a muchos y supuso una salida de dinero sin retorno. ¡Qué bien montado lo tienen mientras sigamos callando!