Probablemente, dentro de una década, pocos se acordarán de quién prohibió el pitillo por casi todas partes, porque quedarán una minoría de insensatos -respetables, pero insensatos- que seguirán comprando boletos en el bombo de ese 10% de candidatos al cáncer de pulmón.
Estará asumido por las futuras generaciones que lo razonable era respirarse uno sus humos del truja en privado, sin ser generoso compartiéndolos con el fumador pasivo más cercano. Pero ahora, como la herida está reciente, pues todavía escuece.
Tal vez podría haberse tolerado la coexistencia de bares de fumadores y de no fumadores, porque puestos a echarse al vicio, qué más da líquido que gaseoso... Pero la pataleta va a durar poco, una docena de cartones, como mucho.
Y, como dice El Tío de la Vara, “las gallinas que entran por las que salen”: los que no se arrimarán a la barra por no poder echarse unas caladas, por los sanotes que antes se hacían el té en casa, y que ahora frecuentarán el garito.
La oposición ‘pepera’, cómo no, ha vuelto a hacer sonar las trompetas del Apocalipsis abrazándose a los hosteleros cabreados, pero era de esperar. No se suele salir del guión del “España va mal” siempre y en todo lugar, para comparar con el “España va bien” de antes, cuando ellos manejaban la pasta, claro.
Me alegro de que Andrés Carrillo, lector de Escaparate, me critique por mi artículo anterior, supongo que con un disgusto que compartirán muchos otros votantes del Partido Popular. No me regocija que se sienta ofendido, entiéndanme, sino que opine.
No obstante, no cambiaría ni un ápice de mi columna, si acaso, por si lo quiere con más precisión, la titularía “¿Soportaría la cúpula del PP el fin de ETA?” Porque lo que me parece vomitivo es que los dirigentes de este partido (no sus electores), cada vez que se atisba en la lejanía que los terroristas se van a bajar del burro de una vez, alzan la voz consternados y tratan de poner todos los palos que pueden en la ruedas del carro. Paisano Andrés, ¿les ha escuchado usted en las tertulias o ha leído sus declaraciones en la prensa? A Rajoy, Cospedal y la Santa Compaña, léase Jaime Mayor Oreja, se les llena la boca de bilis y tratan de azuzar a las alimañas de las pistolas y las bombas a la menor ocasión. Exigen una rendición con arrepentimiento y cristiano propósito de enmienda de quienes sabe que no tragarán nunca. Los mal llamados gudaris no tienen nada que perder, mientras no les capturen y encarcelen. Lo que están buscando ahora es una salida discreta, sin ruido, conformándose con que Batasuna esté en las urnas. ¿Les preferimos como concejales votados por su gente (hasta 200.000 papeletas, han llegado a cosechar), o como pistoleros sanguinarios, igual que ahora?