La CAM se salvó
Y no creo que fuera por su situación financiera, por sus tripas, sino porque había obsesión por parte de ciertos sectores políticos y económicos de la ciudad de Valencia porque la caja alicantina se la comiera Bancaja limpiamente. Hacía años que ese ave de mal agüero planeaba y los directivos de CAM han demostrado bastante cintura para torear los embites del centralismo valenciano.
Al final, Caja Mediterráneo se ha plegado a los designios de la Unión Europea, que tantos sacrificios nos pide al vulgo, y ha entrado en una fusión, pero mucho más racional, con Cajastur, Caja Extremadura y Caja Cantabria. La indudable ventaja de esta alianza está en que sus estructuras de oficinas no se solapan, con lo que ahora juntas operan en media España, y no necesitan cientos de despidos como hubiera ocurrido con Bancaja.
A la entidad valenciana le auguro peor porvenir, porque parece que la va a engullir Cajamadrid. Por mucho que quieran adornar la operación como una fusión entre iguales y que la sede de la Obra Social se instale en la capital del Turia, Bancaja tiene una dimensión menor que la madrileña y es carne de “anexión”, como definía la URSS sus invasiones en el Este de Europa.
¿Y a mí qué me importa? Pensará más de uno que lea estas líneas. Pues sí le interesa, y seguramente más a sus hijos, porque las órdenes del sacrosanto mercado liberal que emana de Bruselas conducen a reducir el número de cajas de ahorro drásticamente en España. La excusa viene a ser clásica para estos sabios de lo que nos conviene: sanear el sector financiero. En realidad, me huele que en Europa no les mola mucho esto de entidades semipúblicas sin ánimo de lucro (en teoría), que sólo deben generar ganancias para obra social, ¡SOCIAL! A ver si vamos ya desterrando esa palabrota de nuestro léxico...
Además, que con tanta caja y cajita haciéndole la competencia a los bancos, incluso hay muchas familias que consiguen créditos a bajo interés, y eso, las cosas como son, no conviene nada (a ellos, nuevamente). Que ya les cuesta a los grandes del sector bastantes esfuerzos cuadrar el gráfico ese de los beneficios, si hasta han tenido que aceptar inyecciones de dinero público... ¿a dónde vamos a ir a parar?
Mejor (para ellos, también) que el paisaje se aclare, con apenas una docena de entidades bancarias que lo copen todo, se reúnan de vez en cuando y pacten a cuánto nos ofrecen los préstamos. Entonces ya nos acordaremos de CAM y de aquello que llamaban Monte de Piedad.
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