Ahora entiendo porque ha cambiado de nombre en los últimos tiempos, y de ser la Caja de Ahorros del Mediterráneo ha pasado a Caja Mediterráneo a secas y ahora ya a Banco CAM. Bueno, a partir de septiembre se esfumará hasta la marca CAM y a saber qué logotipo veremos en sus oficinas. ¿Santander? ¿BBVA?
La jugada de los grandes ha salido redonda, porque conforme pasan las semanas, le van consiguiendo rebajar el precio y, cuando llegue la subasta, igual a nuestro Gobierno ¿socialista? le toca rascarse otro poco el bolsillo de todos nosotros para pagar a quien se quede con nuestra caja en la subasta. Podrían montar una puja a la inversa, como en la lonja del pescado de El Campello: poner un precio de salida y luego ir rebajando a ver quién levanta el dedo para quedarse con el saldo.
¿Cómo podemos haber llegado a esto, cuando la CAM era la envidia de nuestra economía? Expansión continua, compró el Abbey National Bank y el Banco Sanpaolo, tuteaba en tamaño y negocio a Bancaja, con bastante menos tejido industrial y población que su prima hermana valenciana... iba viento en popa.
Pero a Zaplana le pareció mejor que tenía que fusionarse con aquella porque quería “una grande y libre” como decía... bueno, ya saben. Y empezaron las hostilidades. En lugar de dejar trabajar a sus directivos, hubo caza de brujas y cada vez más amiguetes políticos en su cúpula, en un reparto de cuota de representación a la que el PSOE no le hizo ascos. ¿Cuándo se ha desmarcado, en realidad, de los chollos y prebendas...?
La pasión por el ladrillo, con la combinación perfecta de usura y especulación en cada metro cuadrado de costa, y Hansa Urbana haciendo amigos hasta en México, y el despilfarro para tapar pufos públicos, desde Terra Mítica (buena idea, pero no para enchufar a medio Benidorm en oficinas) a la Ciudad de la Luz y tantas inversiones multimillonarias de dudosa rentabilidad explican esta debacle.
Pero lo más vergonzoso es que mientras cientos de directores de sucursal tenían que pasarse horas mirando con lupa las cuentas de sus vecinos para decidir si les podían dar un crédito a un interés razonable (cosa poco usual, porque como en Alicante son los reyes, se podían permitir chulear a todo el mundo), mientras cosían cada vez más a comisiones a sus pobres ahorradores, cobrando hasta por respirar (por ejemplo, por tener una tarjeta de crédito), mientras se apretaba el cinturón a la clientela, ahora nos vamos enterando que los miembros del consejo de administración, nombrados a dedo por el PP y el PSOE, se ponían las botas con préstamos a bajo interés o incluso al 0%. Que en lugar de ser cargos honoríficos como siempre había sido, se quedaban hasta 100.000 euros al año por asistir a reuniones de empresas de las que CAM es accionista.
Y refrescando la memoria nos acordamos también de que en 2005 Zaplana disfrutó de un crédito de 1,2 millones de euros para comprarse un nido de lujo en el centro de Madrid. Siempre que lo devuelva... en aquel entonces, la letra que le quedaba al mes era más alta que su sueldo de diputado nacional.
Quienes seguro que no devuelven ni un euro son los consejeros que se fueron de reunión al Caribe. Y es que Novelda, Aspe, El Pinós, estos sitios donde solían juntarse estos muchachos, los tenían ya muy vistos. Mejor conocer mundo. ¿Qué cara se les está quedando ahora a esos 6.000 empleados de la caja, mientras cada uno echa cuentas para saber si le va a tocar a él irse al paro? Porque nadie se cree que una vez privatizada y vendida de saldo a un banco puro, el nuevo dueño se va a conformar con las mil prejubilaciones que había programadas. Esas que, por cierto, vamos a pagar entre todos. Como en el casino, la banca siempre gana.