Tras el bochornoso y lamentable espectáculo vivido el sábado 1 de octubre en la sede del PSOE de la madrileña calle Ferraz, donde se forzó la dimisión de Pedro Sánchez como secretario general, el panorama no ha mejorado demasiado que digamos; más bien al contrario. Con el despiporre del otro día lo único que queda claro es que en el seno del PSOE sigue habiendo heridas sin cicatrizar y bandos de difícil reconciliación, unos con más fuerza que otros.
Desde luego, no ha sido una buena idea en absoluto evidenciar tan claramente ese sindiós interior, puesto que, aunque ahora se reconozca y se intente mirar hacia adelante con optimismo y aires de renovación, es obvio que sigue habiendo demasiados gallos y gallinas queriéndo mandar en el gallinero, algo que provoca inseguridad y pesadumbre tanto en la militancia como en el electorado.
Los responsables del cotarro han metido al Partido Socialista Obrero Español en una difícil situación donde, hagan lo que hagan, la ciscan. De todos modos, esta situación propia del perro del hortelano, donde ni gobiernan ni dejan gobernar, tiene que quedar solucionada antes de noviembre, así que impera ser diligentes y escoger entre la opción menos mala.
En primer lugar, si el PSOE se mantiene firme en su negativa a un gobierno del PP con Mariano Rajoy, la convocatoria de terceras elecciones sería inevitable, con una abstención histórica y unos resultados que se prevén catastróficos para los socialistas, que de momento no tienen ni candidato. No hacía falta armar tanto jaleo para seguir con el ‘no es no’, pero tal vez habría que ser consecuentes, no traicionar al electorado y apechugar con lo que venga, que no es ni más ni menos que lo que se han buscado.
Como se nos antoja que los barones y baronesas del partido no montaron el pollo en Ferraz para dejarlo todo igual, cada vez cobra más fuerza la posibilidad de que el PSOE se abstenga y deje gobernar al PP, como partido más votado que es. Así, los socialistas encabezarían holgadamente la oposición e incluso podrían cortar el bacalao en algunas cuestiones, siempre que Podemos les respaldara. Con la abstención del PSOE, por fin echaría a rodar la legislatura y los socialistas tendrían tiempo de hacerse fuertes de cara a mejorar los resultados en las siguientes elecciones, donde jugaría a su favor la escasa memoria de los votantes. Veremos.