El cachondeo que llevan nuestros ministros y ministras, diputados y diputadas, a cuenta del precio de la luz o de la gasolina es para hacérselo mirar. La vertiginosa y escandalosa subida de la energía y de los carburantes en las últimas semanas ha transformado el debate político en una tragicomedia sin pizca gracia. La invasión de Rusia a Ucrania, convertida en una guerra injustificada con todas sus consecuencias, ha venido a poner la puntilla a un alza en los principales sectores energéticos en Europa y, especialmente, en España. Esto se veía venir allá por octubre cuando la cosa empezaba a pintar mal. Ni las cánticos de sirena del presidente Sánchez que anunciaba que los precios iban a ser los de 2018 en la factura de la luz, ni ahora la quietud de los sindicatos que están en otros menesteres, ni la del primer partido de la oposición solucionando sus propias guerras internas nos han salvado de esta disparatada escalada de precios. Una calamidad que está haciendo mucho daño a los contribuyentes, pero especialmente a todo el tejido empresarial que está soportando una subida de los costes por encima de cualquier lógica y previsión económica. Desde el bar de la esquina, pasando por la panadería del barrio hasta las pymes, la locura alcista de la factura luz y del petróleo, está llevando a muchos empresarios a pensárselo cada vez que tienen que abrir la persiana. En algunos casos directamente la mantienen cerrada. Ejemplos los tenemos ahora en el sector pesquero, que ante la subida del gasoil prefieren no salir a faenar; en el cerámico, que a principios de otoño alertaban de que los precios de la energía eléctrica estaban descontrolados y vaticinaban una pérdida de competitividad y una reducción de plantilla en todo el sector, sin olvidar una parte del transporte de mercancías que tiene en pie de guerra a miles de autónomos y pequeñas empresas asfixiadas ante semejante escalada de precios.
Con todo este lío no hay quien entienda el por qué de la rapidez en aumentar los precios al contribuyente cuando hay subidas, (a esto se le llama ‘efecto cohete’) y la lentitud cuando se produce a la inversa, es decir, cuando bajan (‘efecto pluma’). En esta montaña rusa de sinsentidos, hay determinados señores encorbatados que siguen frotándose las manos en sus respectivos despachos contemplando el semejante disparate alcista que tiene a toda Europa en vilo, y que con toda seguridad acabará engordando los balances contables de las grandes compañías en cuestión. Lo compraremos a final del año. Habrá que pensar cómo alentar a toda nuestra caterva de servidores públicos para que se dejen de mandangas y comiencen a tomar decisiones eficaces, realistas y rápidas para frenar la parte de abuso y estafa al por mayor que están sufriendo los contribuyentes de a pie y el 95% de las empresas españolas.
Los indignados por el incremento de la plusvalia municipal se ve que todo esto no les afecta...que suba un 2 mas un impuesto a pagar cuando vendes un terreno/inmueble es un escándalo. Pero la luz, el gas, combustible, cesta de la compra, etc, a niveles que no permite llegar a final de mes pues...será culpa de Putin.