Por José Luis Fernández Rodrigo
Mientras muchos analistas nos recomiendan profundizar en la Unión Europea para que sea una unión política, que estrechemos más los lazos entre los países miembros, aún quedan por el sur de Francia algunos desalmados que asaltan a los camioneros españoles por la competencia de precios mientras sus gendarmes silban mirando para otro lado el frondoso paisaje.
El último episodio lo sufrieron dos conductores de Transportes Félix, de Socuéllamos, paisanos de algunos vecinos nuestros de Ibi. Aunque no les volcaron los vehículos, vaciaron una cisterna y se contentaron con una pintada de grafiti en la otra en la que escupían el mensaje “vino no conforme”. El blanco se salvó seguramente porque no lo aprovechan para mezclar, como sí hacen con el tinto, por mucho que eso esté prohibidísimo por las normas de sus reputados caldos con denominación de origen, protegidos en todo el mundo de cualquier imitación.
En La Mancha luce el sol que no se puede embotellar para exportarlo más allá de los Pirineos, por lo que sabiamente combinan graneles de aquí y allí y -con buena mano- nos proporcionan a todos un placer para el paladar. Esos bodegueros podrían explicárselo a los cafres que se plantan en la carretera a sabotear el tránsito de los “pesos pesados” de la ruta, como llaman ellos en francés a los camiones.
Si se hiciera una encuesta en toda Francia, nos pasmaría la comprensión que muestran sus compatriotas con este fenómeno incivilizado y que ya dura décadas. “Es normal, ellos velan por sus intereses...” Así se podría resumir el sentir generalizado. Como si fuera una manifestación de funcionarios frente al ayuntamiento o una huelga pacífica de alumnos de un instituto.
Para entender el disparate habría que ponerse en la piel del otro, empatía lo llaman ahora. ¿Qué pasaría si aquí incendiáramos las grandes superficies francesas -que son casi todas- para defender nuestro comercio local? ¿O si volcáramos camiones con queso francés, que compite con precios mucho más bajos que el manchego de oveja, más costoso de elaborar? Pues es fácil prever que se armaría un cisco en Bruselas -con razón- y François Hollande haría valer el peso político económico de su país frente a los españolitos, comunitarios también, pero un poco de segunda división.
Si una cooperativa como la de la Virgen de las Viñas, en Tomelloso -que tantos ibenses recuerdan- envía como un millón de litros de graneles al día por esa frontera, buena parte con destino galo, se debe a que existe una demanda de ese tesoro para aprovecharlo en los mercados de todo el mundo. Cada uno compite con sus bazas comerciales y nuestros vecinos del norte no tienen de qué quejarse, porque con el sistema de cupos, cuotas y demás repartos, Francia es el principal productor y proveedor agrario de la UE.
Por eso resulta tan impresentable que en la era del sagrado mercado y la globalización, unos camioneros manchegos tengan que ir de Quijotes o que un distribuidor alicantino -amigo mío- no encuentre compañía de transporte que se atreva a llevarle cerezas a Lyon, por no arriesgarse a que la carga y el vehículo acaben desparramados por el arcén.