La Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ) ha puesto en marcha el Observatorio del Juego Infantil en España. Cuentan que ya existen iniciativas similares en el Reino Unido pero para cualquier idea pionera, siempre hay alguien que lo pensó antes en algún rincón del planeta. Es lo de menos.
Pretenden averiguar si garantizamos entre todos el derecho de los niños a jugar, ahí es nada. Parece obvio imaginar quiénes son los enemigos naturales (mejor dicho antinaturales) de esa sana costumbre, la necesidad innata de crecer jugando: Internet, la televisión, la falta de tiempo de los padres (esa coartada).
Me temo que contra estos poderosos rivales no se puede luchar, a estas alturas de la evolución del ser humano, en este siglo XXI de la era audiovisual y del estrés y las horas extra. Pero el sabio tópico de que “si no puedes con tu enemigo, únete a él” me parece que aquí se puede aplicar con buenas expectativas. Por ejemplo, probemos a mirar la tele analizando y comentando la jugada con nuestro retoño, como si fuera la antigua moviola del fútbol, con burlas y chanzas. Con fauna como Belén Esteban o los diseños disparatados de algunos dibujos animados, por ejemplo, seguro que conseguimos que nuestro renacuajo se muestre activo y disfrute de la pequeña pantalla en plan interactivo. Y de paso le vamos inculcando el espíritu crítico.
Las posibilidades de Internet no representan ningún descubrimiento, pero como ventana al mundo entero, sin salir de casa. En lugar de dejarlo solo y absorto en cualquier jueguecito chorra como el de una consola al uso, investiguemos en la red para que conozca qué programas infantiles ven en Tegucigalpa, pongamos por caso. O buceemos con él en el pasado de nuestra infancia con programas de hace décadas, para evaluar cuáles tenían un encanto intemporal y cuáles se han quedado desfasados, por el camino.
Hay infinidad de ejercicios que hacer con nuestras tecnologías actuales, todo depende de algo que nunca podrán inventar con chips, circuitos u ondas wi-fi: la imaginación humana.
Y para AEFJ, que tengan mucha suerte en su cruzada porque los juguetes manipulables con las manos, los clásicos, roben algunos minutos a tanta pantalla. Les va el futuro en ello. Tendrán que inventar también algunos modelos que se conecten e interactúen con una web, y cosas por el estilo.