Por María José Herrero, concejala de Servicios Sociales, Igualdad y Hacienda de Ibi
Un año más volvemos a conmemorar otro 8 de marzo y, lejos de abandonar el reto, nuevas reivindicaciones toman protagonismo como consecuencia de la situación vivida en tiempo de crisis sanitaria y las secuelas que sigue dejando. Observamos cómo el trabajo de cuidado no remunerado ha sido y sigue siendo un pilar básico de la respuesta a la pandemia que debe ser visibilizado y valorado. El cuidado de las personas debe ser considerado como un sector generador de empleo y tomar conciencia del retorno que supone a la sociedad. Asimismo, se hace necesario intensificar los esfuerzos en el desarrollo de políticas encaminadas a fomentar el empleo y el emprendimiento, la educación para la igualdad de oportunidades y el impulso a la participación de las mujeres en puestos de tomas de decisiones.
Este año, además, en la mente de quienes conmemoramos la celebración del Día Internacional de la Mujer están las verdaderas heroínas del 8M: las mujeres y niñas ucranianas que no han podido celebrar esta jornada en paz. En cada conversación de las muchas mantenidas durante estos días en los actos celebrados ha estado presente la preocupación por este conflicto, que tiene como protagonistas a las mujeres que están teniendo la triste misión de poner a salvo a la población infantil y anciana de Ucrania. No podemos olvidar tampoco a las mujeres y niñas que viven en otros tantos países en conflicto y en aquellos en los que, por otras cuestiones diversas, tampoco ven reconocidos sus derechos.
Las acciones, por pequeñas que sean, son necesarias no solo para mantener y conseguir la igualdad efectiva y real, sino también para mostrar la realidad infinitamente más adversa que tienen las mujeres en otros puntos del mundo, por cultura, por conflictos bélicos, por sociedades machistas, por contextos que avergüenzan.
Por todo ello y con más fuerza debemos conmemorar el 8M, porque el compromiso por la igualdad entre hombres y mujeres es una garantía de bienestar y de derecho universal y la ciudadanía de Ibi no es indiferente a una realidad que se padece en demasiados lugares del planeta.
Desde aquí me gustaría reivindicar este día para que las generaciones futuras vivan en un mundo justo y equitativo, solidario y empático, en el que no haya que hablar de igualdad porque sea un tema obsoleto. Especialmente en estos momentos, defendamos los derechos de las mujeres y la paz.