Todo un gesto
Los sindicatos amenazan con una huelga general y yo me pregunto: ¿contra quién? Las huelgas siempre las hicieron los trabajadores con el fin de presionar a los patronos a pagar sueldos más justos o reivindicando mejoras de cualquier índole en el trabajo y, en los más de los casos, se acabó por llegar a un punto de encuentro entre ambas partes. En el caso que nos ocupa una huelga general sólo supondría la pretensión de hacer saltar por los aires al gobierno central que, posiblemente se lo merece por no haber dado la talla en este vía-crucis económico que venimos padeciendo, en el que desde el principio, ha pretendido tapar las goteras del edificio del Estado con puñados de harina, a base de pandereta y chistera mágica.
Comenzó por insuflarles a los bancos una millonada cuyos resultados a la vista están y, continuó vertiendo una granizada de millones a los ayuntamientos para que rompieran calles y plazas con el fin de volver a construirlas y para que colgaran carteles que pregonaran las bondades de nuestro gobierno. Algunas de estas obras han sido para bien (fíjense en la travesía de El Desvío, en Ibi), otras han supuesto una inversión casi inútil, como es la plaza De la Tartana, que en este caso ni pierde ni gana y, la plaza de Los Reyes Magos, en la que se ha gastado un dineral para transformar la gracia y realce que tuvo antaño, en algo gris y anodino; algún día, si los tiempos mejoran, Ibi se planteará sacrificar un dinero para devolverle la gracia que merece, como uno de los lugares más emblemáticos de la villa, pero a lo que íbamos:
Si llega a cuajarse una huelga general se le va a meter un rejón de muerte al gobierno actual, pero también al mundo del trabajo, y no está éste para muchos trotes. Por otra parte, no me cabe la menor duda sobre la necesidad de un cambio de gobierno, pero, qué alternativas tenemos… Pensar en el PP supondría salir de Erodes y meterse en Pilatos, puesto que los dos partidos mayoritarios nos tienen sobradamente demostrado que sus objetivos van más encaminados a mantenerse en el poder o conquistarlo, que en procurar el bienestar de los ciudadanos, lo que nos llevaría a concluir que la protesta habría que encauzarla contra los políticos, contra el propio sistema, que nos cuesta de mantener más de lo que ganamos.
En esta situación es digna de destacar la petición del portavoz socialista A. Martos, al pedir una reducción de su salario, un gesto que le honra y muy propio de él, que no nos extraña a quienes le conocemos desde mucho tiempo atrás, sino como político, sí como antiguo profesor de nuestros hijos y como persona de ahora. De siempre.
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