Que gobierne la mayoría... una mayoría limpia
Por José Luis Fernández Rodrigo
En otras ocasiones he defendido un cambio legal para que siempre gobierne la lista más votada y que, aunque tenga que buscar apoyos para conformar una mayoría suficiente, la voz cantante la tenga el candidato ganador en las urnas. ¿Pero puede aplicarse esta norma a alguien como Mariano Rajoy, que puede batir pronto un récord de poner la mano en el fuego por compañeros suyos de partido y achicharrársela más veces?
Cuantos condenados, investigados o imputados -como se diga ahora- ha encubierto con su silencio hasta que no tuvo más remedio que mirar para otro lado... Jaume Matas, Carlos Fabra, Francisco Granados, Alfonso Rus, el todopoderoso Bárcenas, por supuesto. ¿Con qué cara puede pedir ahora al PSOE que lo respalde en una gran coalición para salvar España? ¿Salvar de quién, de su propia gente? El PP acaba de hacer historia también porque en democracia se ha convertido en el primer partido político imputado en su conjunto por la Justicia, por su financiación irregular. Todos sus tesoreros en dos décadas largas (cinco en total) han tenido que responder ante un juez por unos trapicheos que no han sido puntuales ni deslices, sino una costumbre.
Eso sí, todo el peligro que corremos los españoles viene de una posible alianza de izquierdas del PSOE con Podemos, no vaya a ser que los coletas se empeñen en subir algo el salario mínimo, las pensiones, las ayudas a la dependencia, en suprimir copagos y repagos de medicamentos y ¡horror!, haya Reinas Magas o no se subvencione la Semana Santa sevillana.
La mayoría de los seguidores de Pablo Iglesias están en política de paso, como tiene que ser, probablemente dentro de unos años desaparezcan igual de rápido que ahora han irrumpido en el ruedo, aunque sus siglas parecen necesarias para que el PSOE haga honor a su nombre, de una vez por todas. Por eso les tiene tanta alergia Felipe González, que una vez más se ha retratado al pedirle a su partido la abstención para que el PP gobierne con Ciudadanos. Un hombre de Estado, como siempre, que en sus tiempos -por suerte ya pretéritos- salía corriendo a buscar apoyo de Jordi Pujol y Xabier Arzalluz, hombres de Estado como él, cuando tenía ahí disponible a Julio Anguita.
Y mientras nuestro futuro se decide, para gente que manda a sus hijos a que los alimenten en el colegio o que no enchufa la estufa y se arropa con una manta en el sofá para no gastar, a uno de los pocos que puede corregir al menos un poco estos disparates, el coletas, no se le ocurre mejor cosa que aceptar dinero de una productora audiovisual de Irán. ¿No había otro país de régimen político más impresentable para hacer negocios? Sé que eso no tiene trascendencia en nuestra política nacional, pero qué poco cuesta no cometer estos fallos de imagen tan idiotas.