El clamor político y ciudadano ha provocado que los mismos que designaron a dedo al exministro José Manuel Soria para ocupar un puesto directivo en el Banco Mundial, como premio por su dimisión, le hayan forzado ahora a renunciar a este nuevo empleo que le iba a reportar 620 euros al día. Es curioso que el Banco Mundial se defina como una fuente de asistencia financiera y técnica para los países en desarrollo, cuando mucho nos tememos que, una vez pagadas las nóminas de los jefazos, poco dinero quede disponible para ayudar a nadie. Por muy importante que sea la supuesta función del Banco Mundial, y por muy preparados que puedan estar sus directivos, cobrar 250.000 dólares al año, libres de impuestos, se nos antoja una obscenidad desmesurada e intolerable.
Como intolerable es que España lleve nueve meses sin gobierno pero los que están en funciones sigan utilizando las instituciones públicas a su antojo y colocando a sus amiguetes aquí y allá, para dejarlo todo atado, no sea que haya que pasar a la oposición y luego no se pueda; aunque, al paso que vamos, Mariano I El Persistente tiene muchas papeletas para renovar en la Presidencia del Gobierno, ora por agotamiento del adversario, ora por terceras elecciones, ora pronobis.
Parece que, desde el mismo día después de las segundas elecciones, la idea de volver a las urnas por tercera vez ya estaba instalada en el hipotálamo de algunos candidatos; de otra manera, no se entienden estos dos meses y pico de inmovilismo salpicado de brindis al sol y bravatas tabernarias.
Una vez Pedro Sánchez ha negado por dos veces a Rajoy, ahora le ha dado por llamar, sin saber muy bien para qué, a representantes de todos los partidos, excepto Bildu, como si no se los fuera a encontrar por los pasillos del Congreso o pudiera quedar con ellos en su despacho, o incluso en la cafetería. ¿O es que no van por allí? Porque, desde luego, cobrar están cobrando todos desde el minuto uno.
Ya se han recogido más de 70.000 firmas, y las que se recogerán, para dejar a los políticos sin sueldo ni dietas hasta que no formen Gobierno. Es de cajón: si no se trabaja no se cobra. Porque ir dos ratos a calentar el escaño, pasearse por los pasillos y dar ruedas de prensa para decir lo mismo de siempre no debería considerarse trabajo ni, sobre todo, estar tan bien pagado.
El panorama no se va a mover hasta pasadas las elecciones gallegas y vascas, porque, como diría Gila, a lo mejor alguien necesita a alguien y, ya se sabe, favor con favor se paga. Vamos, pa no echar gota.