Ya saben los hechos: Francisco Camps ha dimitido como Presidente de la Generalitat Valenciana para lavar su honor y limpiar su honra como si fuera un personaje de "La venganza de Don Mendo".
El dice que es inocente y que se va para poderse defender sin menoscabar los intereses electorales de su partido. Yo, cuando era pequeño aprendí del catecismo que los únicos inocentes eran los niños tan pequeños que todavía no habían sido bautizados y cuyo destino era el limbo. Camps puede que parezca estar en el limbo pero no es inocente: aceptar regalos de un "amigo" al que le das suculentos contratos sin competir en ningún concurso no es nada inocente; hay mucho dinero e intereses empresariales por enmedio. Como dicen en Castalla: "de baes, cap de flare pega cabotaes".
El dice que se va por ayudar al partido de cara a las previsibles elecciones de noviembre. Mejor le hubiera ayudado al Partido Popular no presentándose a las elecciones ni dejándose investir como President sabiendo que en poco tiempo iban a empezar los juicios contra él o ¿es que en su prepotencia y autismo como político profesional pensaba que la justicia iba a olvidarse de él? Además de ser un mal compañero con sus compañeros de causa, Víctor Campos y Rafael Betoret, con los que pactó una salida y a los que dejó hacer el ridículo haciéndoles pagar la multa para que, a continuación, Camps se pudiera arrogar el papel de virgen ofendida en exclusiva.
Sus pelotas, corifeos y beneficiaros de poltrona se han lanzado a encomiar su inocencia, la miseria moral de sus detractores y la escasa culpa de pacocamps en relación a los generalizados latrocinios socialistas en Andalucia o en Castilla-La Mancha. Esto es como cuando yo le decía de pequeño a mi padre que habían otros en clase a los que también castigaban y el me decía: "mal de muchos, consuelo de tontos y bobos".
Por último, a ver si con Camps por ahí lavando su honra perdida la Generalitat vuelve a la gestión eficiente, elimina gastos superfluos como Canal 9 o la Fórmula I y mete la tijera en los gastos inútiles que el inútil de Camps había enhebrado y no podía desenhebrar sin perjudiar a tantos "amigos del alma" como tenía.
P.D: me gustaría, en estos momentos, ser el proveedor de champán de J.J. Ripoll y de Juan Antonio Rico o ser el proveedor de kleenex de Maite Parra o de Manolo Pérez Fenoll.